viernes, 10 de septiembre de 2010

Abandono


Hace un par de días amanecí triste, nublado y frío. En esas ocasiones un té y vagar autocompadeciendome suele ser lo habitual. ¿Porque no?, pensé. No. Mejor un paseo. Si. Iria a un lugar que me pone las pilas. La calle del abandono. Es una calle ancha, larga y solitaria. Va desde el el arrabal del desapego hasta el estrecho callejón de la aceptación. Calle no apta para cobardes, tristes e infelices y habitada por valientes. Algunos arrepentidos ya de su audacia y otros, los que no, seducidos por la soledad. Espacio donde cruzar miradas de comprensión. Lugar donde el tiempo y la prisa no existe. Dueño vital en toda ella el segundo, el pasado no fué, el futuro.....¿que es?. Patearse esa calle es vivir intensamente. Es flotar de lado a lado acunado por la brisa del bienestar. Mirar el cielo. Sentir el aire. Oler la esencia de la vida. Es una lástima ser todavía cobarde. Maldito lastre. El miedo pesa demasiado. Bueno será solo una visita breve. Un ensayo más. Otra tentativa. Pero volveré. Con tesón. Una y otra vez. Quizas en alguna de ellas encuentre mi lugar y consiga quedarme.

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