viernes, 23 de abril de 2010

VENGANZA

Ese amanecer no fue el de siempre. El de cada día. Sentía que esa primera y tímida luz, le había quitado la vida a la larga noche. Una sensación desagradable. Fría. Profunda. No era un mal sueño. Ni sus restos. El día era claro. Fresco. Limpio. Lo que a él le traía, lo trocó en oscuro. Podrido. Sucio. Era la consecuencia del mundo en el que vivía. Un mundo cruel. Duro. Injusto. Racista.
El germen de un sentimiento se arraigó en su interior. Hasta crecer e invadir todas sus emociones. Ya no era él. Solo era ese sentimiento. Y él lo alimentaba. Con el pasado. Y con lo que ese negro día le había dejado. Ahora él gobernaba su vida. Anulaba todas sus emociones. Solo vivirían aquellas que le fueran útiles. Y era obligado que así ocurriera. Solo de esa manera podría cumplir su objetivo.
Y una vez que toda su vida. Su fuerza. Su inteligencia. Su voluntad, se pusieron en manos de ese deseo, fue ejecutando cada uno de los pasos que le llevaban hasta el final de su propósito. Trabajar. Sin objetivo. Música. Como vehiculo. Alcohol. Por combustible. Menores y adolescentes. Como víctimas con las que follar. Que no amar. Eran solo pasos intermedios. En su camino. Ese camino del que su fin ya veía
Y su dueño. Ese deseo. Esperando. Como araña en su tela. Y hacia ella llevó, a sus nuevas víctimas. Las que colmarían sus ansias. Inocentes. Entregadas. Y ante ellas. En ellas. Desató toda la violencia de tanto sentimiento y deseo reprimido. Mordió. Sus sexos. Con violencia y brutalidad. Bebió su sangre. Y en sus últimos momentos les escupió su secreto. Y mató. Y se recreó en la muerte. Hasta ver como la vida abandonaba sus cuerpos. Y gozó con ello. Hasta culminar con orgasmos, la crueldad de sus actos.
Ahora siente que muere. Que está muerto. Él. No su deseo. Su dueño le abandona. En busca de otros cautivos que cumplan sus objetivos. Como consuelo, le deja su nombre…me llamo… VENGANZA. Su próxima víctima será él mismo.
Polémica novela esta de Boris Vian. Como parece ser también, parte de su obra. Un libro que llevo a mis manos como mecanismo de hacer mas llevadero el tiempo en una sala de espera. Y se convierte en protagonista de ese tiempo, deseando que la espera sea lo más larga posible (¿raro eh?), para no tener que dejarlo sin terminar. Es directo, duro, cruel. Como su titulo, parece escupir en vez de narrar el relato. Pero engancha desde el principio hasta el final. Racismo, alcohol, violencia, sexo, y la venganza como hilo conductor de todo esto son los ingredientes de este escupitajo en la cara que nos lanza Boris Vian.

1 comentario:

Anónimo dijo...

paco anderson?? hay que ver lo que es usté capaz de escribir con una flauta travesera, voy a intentar hablar personalmente con Albert (Camus) porque esto merece aparecer en la sección de críticas del Combat, junto a las del mismísimo Vernon Sullivan, puede que no me haga puto caso pero me pienso poner muuuuy pesada ;)
ave...Ave