…Y allí
las cinco
cántaras
de la nada
llenas
vírgenes aún
y ávidas por
saciarse
esperaban con la
calma de un maestro ZEN
a que ese límpido
hilo de agua
las penetrase
y quizás sea
-puede-
que solo habiendo
quedado totalmente vacío
después de calmar
la sed de alguien
es posible
-aunque sea de a
poquitos-
y con total
tranquilidad
llenarse.
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